El Hilo de Ariadna Artículos de Fondo


Perspectiva de la Extensión de la Cultura y los Servicios
Por Juan de Dios Palazuelos Cabanilla
Toluca, Edo. De México, Noviembre de 1996.

Introducción

Sir Isaiah Berlín en el libro La madera torcida de la humanidad señala que han sido principalmente dos los factores que han modelado la historia del hombre en este siglo. Uno de ellos es el desarrollo de las Ciencias Naturales y de la tecnología a la que califica como "La historia del mayor éxito en nuestro tiempo" y el otro factor es el constituido por las tormentas ideológicas que virtualmente han trasformado en forma casi irreconocible a la sociedad.

Esta combinación de desarrollo científico y su aplicación en un mundo que ha vivido la mayor parte del siglo XX en una permanente confrontación, es lo que está en la base de los cambios mundiales que nos asombra y nos imponen retos como responsables de la tarea educativa o como estudiosos de algún aspecto o en algún nivel de la gama educativa.

Preguntémonos primero ¿cuál ha sido y es actualmente el objetivo de la educación superior en México? La respuesta ha esta pregunta es muy fácil; preparar a los cuadros de expertos en las distintas ramas del conocimiento que requiere la sociedad para aprovechar al máximo, las oportunidades de su desarrollo óptimo. En otras palabras educar a los mejores médicos, los mejores físicos, los mejores contadores, los mejores economistas, los mejores ingenieros; y en genera, a los mejores especialistas en todas las ramas del conocimiento contemporáneo, que permitan a nuestro país participar con plenitud en los avances y las ventajas del mundo moderno.

Hoy las cosas son muy distintas, no solo cuantitativas sino cualitativamente, los cambios radicales se suceden con tal rapidez en la esencia del mundo real se ha trasformado de la estabilidad permanente a la metamorfosis continua. Esta es la realidad contemporánea, el reto al que se enfrenta la educación superior en nuestro tiempo. Si se prepara a los especialistas para trabajar en el mundo de hoy, cuando terminen su educación ese mundo ya habrá cambiado y se habrá convertido en otro mundo; el del mañana, quién sabe cómo será. El dilema es transformar a la educación, en una educación para el presente y el futuro. Se dice pronto, pero no es tan fácil hacerlo.

La educación para un futuro desconocido no puede basarse nada más en lo que sabemos en la actualidad, ni conservar la estructura que ha desarrollado hasta ahora. Para cumplir con las nuevas metas que le señala a la sociedad, tendrá que sufrir transformaciones tan radicales como las que se están llevando a cabo en ésta.

Estas transformaciones, debe, a mi juicio, expresarse en una propuesta paradigmática que provoque sustancialmente un rompimiento a lo establecido. Para ello, los componentes de esta propuesta son: Primero, los cambios en áreas como la física, geografía, matemáticas, biología, medicina, historia, filosofía, sociología y otras, conducen claramente a aspectos tan fundamentales como son la multi e interdisciplinariedad.

Segundo, estos cambios que son sustanciales en las distintas áreas del conocimiento también se expresan o deben expresarse en su estructura curricular para enfrentar el futuro. Esto se desprende de lo que acaba de indicarse sobre las distintas especialidades, que además de renovarse deben crearse nuevas que puedan anticipar y le salgan al paso a los cambios sociales, en vez de que sólo los sigan con retraso y de lejos. Para ello, la educación superior debe ser flexible y dinámica.

Tercera, también debe cambiar en la educación superior la filosofía. Si los nuevos conocimientos de mañana forman parte de la realidad que hoy desconocemos, la educación superior debe convertirse en una preparación para el futuro, para lo desconocido. Toda la educación desde la primaria hasta la superior, debe estar siempre dirigida para estar preparando hacia lo nuevo, hacia lo ignorado, hacia lo desconocido. Hay que educar para descubrir, no para repetir; para asombrarse, no para aburrirse; para innovar, no para reiterar.

Un cuarto escrito que tenemos que considerar, es aquél que se refiere al cultivo y fortalecimiento de los valores pues la educación no sólo es instrumento práctico para prepararse útilmente para la vida; sino sobre todo, es vía para socializar con armonía la expresión colectiva de un pueblo.

Por su gran significado, no está de más insistir en la importancia de los valores. No se conciben los valores como algo agregado o sobrepuesto en las actitudes de las personas. Los valores no son meros adjetivos carentes de significado; son, al contrario, parte sustantiva para alcanzar, con rectitud y sentido humano, una actitud responsable para que el propio estudiante aspire y viva con libertad.

Los valores permean la actitud del estudiante en el proceso de planeación y organización de su aprendizaje. Se procura con ello, que el estudiante no conciba el acto de aprender a aprender como un acto mecánico cognoscitivamente hablando, sino como un acto que tiene que ver más con la estructuración lógica del pensamiento, para sistematizar y jerarquizar en el razonamiento aquellos valores que define su individualidad y le preparan para una relación armoniosa e integrada consigo mismo y con la comunidad.

Valores como la honestidad, la responsabilidad, el respecto y la dignidad son cultivados para que el estudiante aprecie la libertad, la equidad, la democracia; defienda y entienda la identidad de la nación, y sea capaz de amar a su patria. El valor así cultivado en proceso de aprendizaje y la autoformación, es fin y medio en la contribución que la actividad educativa realiza para definir la vocación humana del hombre que forma y trasforma en el acto educativo.

Evidentemente lo anterior seguramente ya habrá propiciado la pregunta: ¿Cómo hacerlo?

En realidad no existe un método dogmático e inmutable que garantice con su aplicación rigurosa la generación de nuevos conocimientos en todas las ciencias; pero en cambio si existe un conjunto de principios teóricos, de reglas de conducta y de operaciones mentales y manuales empleados por los hombres de ciencia para explorar la realidad; que son distintos dependiendo del aspecto que de ella se examine y de la información ya acumulada. Esta metodología es la que se aprende cuando el investigador se instruye en su oficio, y lo que hace sobre la marcha, usándolo para resolver problemas reales, al principio bajo la vigilancia del tutor y cada vez con menos guía, hasta que ya sabe hacerlo sólo. Se trata de las reglas del juego, de los principios generales que definen lo que se vale y lo que no se vale, las restricciones que la naturaleza le impone a nuestra fantasía y a nuestros sueños. Para participar en el gran juego del mundo, estas son las reglas que debemos aprender. Debe recogerse aquella celebrada frase que alguna vez estimuló a los filósofos a no sólo comprender el mundo sino a cambiarlo, y ampliarla para que abarque a todos los profesionales del pensamiento, a todos los estudiantes y graduados de la educación.

A manera de un primer resumen vale afirmar que los retos de la educación superior producidos por los que transita el mundo de hoy descansa en un proceso de formación de los activos humanos que hoy día requiere el país para hacer frente a los reclamos que exige una relación globalizada que propicie en el estudiante una cultura de la responsabilidad, una mentalidad abierta y de apertura a las transformaciones ocasionadas por las relaciones multiactuales entre países, que hagan posible incorporar en ellos la vocación para entender la realidad compleja que ocasionan los cambios.

Esta propuesta paradigmática además debe sustentarse en otro nivel del quehacer educativo como son la interculturalidad y la transdisciplinariedad, situaciones que impondrán retos particulares al campo de la educación superior y que sería particularmente útil considerar aprovechando esta oportunidad para intercambiar ideas.

La interculturalidad es la interconexión entre los campos de estudio del conocimiento en el marco de reconocer la existencia de identidades y pautas culturales diversas; a partir de la expansión de los conocimientos para que el poseedor de estos pueda, relativamente, incursionar de un campo a otro de la producción o de los servicios orientados por el espectro de la globalización que hoy influyen en el diseño de políticas, en los contenidos, métodos, medios y prácticas del quehacer educativo.

Lo intercultural se refiere a independencia; a la no existencia de fronteras conceptuales ni metodológicas, sino a la libre interconexión que debe existir en las esferas del conocimiento; Al cruce de ideas, de pautas de comportamientos y actitudes que puedan transmitir de un hombre a otro hombre y de una aldea científica a otra aldea científica. Aquí, las fronteras son símbolos petrificados por la visión fragmentaria que el hombre presenta en su pensar y en su actuar.

En este particular sentido puede ser erróneo reducir la pertinencia de la educación superior a la vinculación en el mundo externo; de hecho, una educación pertinente debe ser relevante también a las necesidades de los educandos. La educación superior en México siempre ha estado determinada por la oferta. La noción de demanda se ha restringido a la facultad que los estudiantes tienen de solicitar inscripción en algunas de las opciones que se ofrecen, no la de la posibilidad de que sean las necesidades de aprendizaje de los estudiantes las que definan los campos de estudio.

La estrategia ya no es funcional a la actual revolución y expansión de los conocimientos. La estructura del trabajo que se perfila requiere conocimientos que no sean estancos, que se supone deben servir para toda la vida; sino una cantidad de conocimientos que combine con la calidad de ellos, de manera que permita a su poseedor dar saltos de una rama a otra de la producción o de los servicios.

Tal vez un ejemplo aclare el punto anterior. Un estudiante que ingrese al bachillerato en 1996, estará culminando sus estudios profesionales en el 2004 si es un alumno constante. En el mundo globalizado de hoy, a menos que se retomen medidas desde ahora, de poco le servirán al estudiante conocimientos estáticos y menos que solo pueda dirigirse a instituciones que no tengan estrategias para recoger la demanda del profesionista del año dos mil.

Es por demás evidente que lograr resultados en la vía que indica el eje anterior requiere de atención urgente en los perfiles que tienen nuestros actuales núcleos de profesores, para que el ejercicio multiplicador de su cátedra se refleje en la formación de un alumno competitivo. Por consiguiente en el plano de la interculturalidad el profesor debe ejercer un trabajo profesional en el que su actividad no se centre solo en la unidisciplina, sino generar condiciones para propiciar la intercomunicación y la interacción con otras áreas del saber que hagan posible el desarrollo simultáneo de los campos del conocimiento, que permita ubicarnos en la transdisciplinariedad educativa.

La transdisciplinariedad la entendemos como el progreso armónico y combinado de los campos del conocimiento, actitudes proactivas, fortalecimiento de valores y criterios de desarrollo sustentable expresados en avances académicos, que conjuga hombre, naturaleza y sociedad para permitirnos interrogar la realidad de manera diferente a lo convencional y poder explicar problemas ubicados mas allá de áreas de estudios tradicionales. Una disciplina que no se cuestiona se convierte en un dogma. Las disciplinas cerradas se mueven en mapas conceptuales fragmentados, que no permiten visión holística, porque se mueven como disciplinas autónomas e instrumentales que solamente buscan hacer totalitariamente útil al mundo.

La transdisciplinariedad está más allá de la unilateralidad de la disciplina, o la verticalidad del conocimiento. La transdisciplina se sustenta en pensamientos y conocimientos con sentido de lateralidad y no de linealidad; de horizontalidad y no de verticalidad; de diversidad y no de unicidad y de flexibilidad y no de rigidez.

Lo transdisciplinario se refiere al progreso armónico y combinado de los distintos campos del conocimiento proveniente de las disciplinas. Es algo así como una simbiosis que generan los distintos saberes disciplinarios conjugados con el quehacer de los humanos. Aquí, la disciplina trasciende de lo real a lo imaginario y de lo conocido por lo interrogativo, cuando influye interactivamente, un enfoque sistémico, con otros campos disciplinarios para revisar sus anomalías conceptuales y estar en posibilidad de emerger con nuevos paradigmas sustentados con visión holística.

Es igualmente evidente que la vigencia de estas situaciones que incluyen el cambio en la actividad educativa, imponen demandas inéditas a los propios recursos humanos, a las situaciones técnicas y a los recursos materiales que hagan posible la acción como acto cotidiano pero al mismo tiempo innovador. Para ello necesitamos voltear la mirada hacia las aplicaciones y resultados que se están logrado en los campos de la producción y la productividad y cuya causa debe buscarse en el trabajo conjunto y potenciador de los equipos humanos y el ejercicio de liderazgo con visión de campo. En la educación, la actividad del académico tiene que ser concedida y operada bajo una estructura de trabajo grupal y cooperativo de ayuda mutua, en permanente mejora continua, incursionando en procesos de reingeniería educativa que hagan posible el establecimiento de nuevos paradigmas conceptuales - metodológicos y de práctica docente, investigativa y de extensión de la cultura y los servicios.

En este sentido, cabe destacar el Programa Nacional de Extensión de la Cultura y los Servicios; el cual es, en estos momentos, una propuesta innovadora para las Instituciones de Educación Superior de este país. Eso, una propuesta metódica, más no un dogma con el cual, las Instituciones de Educación Superior pueden hacer ejercicios muy importantes.

En su concepción el programa señala que esta función sustantiva tiene como finalidad el hacer participar de los beneficios de la educación y la cultura nacional y universal a todos los sectores de la sociedad tratando de incidir en su integración y transformación, mediante la difusión, divulgación, promoción y servicios del conocimiento científico, tecnológico, artístico y humanístico.

El documento dice que en esta perspectiva se habla de la Extensión de la Cultura y los Servicios cuando se tiene un sentido de base, un sentido contextual, un valor socio-contextual, y un valor expresivo, retomado esto de Jorge Fernández Varela. Entonces ahora hay que tocar, al menos a mí me corresponde hablar sobre la perspectiva de la Extensión de la Cultura y los Servicios.

Consultando documentos de aquí y de allá, lo mismo que diccionarios, encontré que por perspectiva se entiende: Puntos de vista, panorámica, respecto a situaciones dadas. Por otra parte, Nicola Abbagnano nos dice que la perspectiva es una anticipación cualquiera del porvenir: Proyecto, esperanza, ideal, ilusión, utopía, etc. La perspectiva deviene del pensamiento estratégico, entendido este como el campo para soñar el futuro sin que le estorben las utilidades prácticas.

Frente al termino de perspectiva, válido es señalar en este momento el término de prospectiva, al cual se le entiende de la manera siguiente:

Dice Gastón Berger, que antes de ser un método o una disciplina la prospectiva es una actitud. Y dice, es como decir que el adjetivo debe preceder aquí al sustantivo. Se dice que la prospectiva permite obtener elementos de previsión. Por otra parte, se le entiende como adjetivo que se refiere al futuro. Como exploración de posibilidades futuras basadas en indicios presentes.

Entonces entre la perspectiva y la prospectiva no hay diferencias marcadas; se trata que en la perspectiva de la Extensión de la Cultura y los Servicios, definamos puntos de vista sobre lo que somos y sobre lo que queremos anticipar al porvenir; al igual como nos marca la prospectiva que es lo referido al futuro, y por que no, a una actitud de vida antes que método y disciplina, teniendo presente el pensamiento y el espíritu creativo del hombre para fijar visiones en el marco de la realidad de la utopía frente a la utopía de la realidad; se trata de hacer que la ilusión, el ideal y la esperanza, sean y sigan siendo motivos de emoción en el ser humano para trascender sus realismos esclerotizantes y petrificadores que nos llevan al reforzamiento de la cultura de símbolos vacíos.

En sí, perspectiva y prospectiva debemos coligarlas en la dimensión del quehacer de la Extensión de la Cultura y los Servicios a partir de lo que deseamos ser al futuro, y de lo que es posible explorar en el presente y definir los márgenes de previsión en el quehacer institucional de las Instituciones de Educación Superior.

Luego, vale la pena reflexionar sobre lo que es la perspectiva y prospectiva de la Extensión de la Cultura y los Servicios, tanto en la esfera personal como en la esfera institucional.

Digo esto porque como persona, cada uno de nosotros portamos una historia personal, una maestría personal y un cargo que desempeñamos y en el cual cumplimos con funciones o con procesos de trabajo; a partir del cual se despliegan capacidades, posibilidades y disposición en hacer que este planteamiento de la Extensión de la Cultura y los Servicios, signado en el programa nacional, pueda ser internalizado y operado con auténtica vocación de servicio de quienes aspiramos que esta función adquiera rango de auténtica función sustantiva.

Por otro lado, vale reflexionar a partir del programa nacional de la Extensión de la Cultura y los Servicios, cuál es la perspectiva y prospectiva que tiene la institución sobre este asunto a partir de lo que declarativamente enuncia y operativamente hace la institución en esta función sustantiva. ¿Qué es lo que por normatividad, estructura de funcionamiento y recursos financieros, técnicos y materiales tiene en relación a esta visión que indica el programa nacional?. ¿Qué hay respecto a los currícula de la Instituciones de Educación Superior, y cómo éstos aceptan e incorporan las orientaciones que indica el programa?

Históricamente, la universidad latinoamericana no ha podido cumplir con su primigenia aspiración de formar hombres íntegros y plenos; omnilaterales como sostienen algunas pedagogías. Ello se debe a una deficiencia estructural de origen: la separación de su academia, función sustantiva, en compartimentos estancos: docencia a las aulas e investigación científica y tecnológica y Extensión de la Cultura y los Servicios a estamentos universitarios ad hoc. Herencia napoleónica.

Particularmente la estructura académica de la universidad es inadecuada a sus fines. Cada escuela, cada dependencia se concibe a sí misma como compartimento cerrado. A ello se añade el ingrediente político. Es decir, cada escuela desde su propio perfil curricular, se limita a su parcela de conocimiento sin el necesario nexo universitario.

La universidad es entonces una federación de escuelas y dependencias con otras agravantes: el pensum académico privilegia a la docencia, la investigación es insuficiente y aislada, mientras que la extensión es ocasional y descoordinada. Además una de otra se encuentran desvinculadas.

Cada escuela, para tomar la modalidad académica más reproducida, a su vez reproduce la estructura universitaria napoleónica: docencia las aulas, investigación a los laboratorios -sí acaso al campo-, extensión a estancos específicos a la escala de cada escuela. En el curriculum, único lugar de posibilidad de integración de la academia, pervive una inercia desintegradora y los "hombres plenos" de cada profesión, abrevan en la parcialidad de una función mayormente: docencia según se obligue, investigación según se adhiere, extensión según se puede y quiere cada quien. El curriculum universitario, planeado no está.

Este es el horizonte en el que se perfila la Extensión de la Cultura y los Servicios, como tarea que abona la sustancia de la universidad: su academia, vale decir en sentido lato, su cultura.

Entonces vale la reflexión ¿Hasta dónde el programa nacional de la Extensión de la Cultura y los Servicios es conceptual y metodológicamente adoptado, adaptado y operado en cada una de las unidades académicas (escuelas, facultades, centros, institutos y dependencias), de las Instituciones de Educación Superior?

Retomando de nuevo, cual debe de ser la perspectiva de esta función. La perspectiva, es aquella que se define como sueño, como aspiración a futuro, como visión.

La visión, es orientación que deviene de una idea prospectiva sustentada en un fin deseado. Toda visión transita en el tiempo, y en el pensar-soñando rompe paradigmas. La visión trasciende de lo real a lo imaginario, de la inmovilidad a la propuesta y de lo inercial a lo creativo.

Toda visión tiene su correlato con su misión. Entendida la misión como la actitud positiva que se realiza en el cumplimiento de políticas, estrategias, objetivos, metas y tareas que se derivan estructuralmente de la visión. La misión es hacer lo que se aspira a través de la planeación estratégica, es obtener resultados a satisfacción de necesidades planteadas mediante la planeación operativa o táctica.

Lo significativo de la misión es lo posible; y ello, facilita la objetividad de lo significativo de la visión que es lo deseable.

La visión es un desear, la misión es un hacer. En la visión está el ser de la organización; en tanto que en la misión está el dar de ella misma.

La misión tiene su complementariedad con el dar, ayudar, apoyar y ser cálido en todo el servicio que la institución otorgue a los distintos segmentos sociales.

Para ser útil, la misión debe ser un instrumento dinámico que permita juzgar si las estrategias que sigue la organización son o no congruentes con la esencia de lo que se desea como filosofía de la institución.

La misión o propósito fundamental de una organización, es el enunciado del fin último, el más ambicioso y abstracto planteamiento que pretende alcanzar una organización. Constituye el marco de referencia para todas las actividades de la organización, proporciona dirección para el establecimiento de planes y programas, estrategias y prioridades, objetivos y metas para la asignación de recursos en el cumplimiento de procesos de trabajo. Es un estímulo a la curiosidad y a la creatividad de las personas.

Toda misión que se impulse, para que opere con enfoque sistémico, ha de orientarse en una planeación estratégica. Con la planeación estratégica, se trata de prever un rumbo y orientar el destino de toda organización. La planeación estratégica implica un esfuerzo participativo. Según Alfredo Acle Tomasini nos dice: "La planeación estratégica es darle, de hecho, un sentido trascendente a la acción de todos sus integrantes, quienes sabrán que, al margen de las tareas rutinarias, hay que desarrollar otras actividades que tienen un efecto más importante, duradero y, sobre todo, necesario para garantizar el futuro de la organización.

Visión, misión, planeación estratégica y planeación operativa o táctica constituyen un todo indiviso en el quehacer orgánico en el presente y el futuro de toda institución.

Dentro de la explicación que anteriormente abordo de visión y misión, me permito destacar la visión y la misión que tienen el programa nacional de la Extensión de la Cultura y los Servicios en su concepción, que dice: "Una función sustantiva que tiene como finalidad el hacer participar de los beneficios de la educación y la cultura nacional y universal a todos los sectores de la sociedad, tratando de incidir en su integración y transformación, mediante la difusión, divulgación, promoción y servicios del conocimiento científico, tecnológico, artístico y humanístico".

En este contexto teórico, la visión o sueño, desde mi óptica, es: Hacer participar de los beneficios de la educación y la cultura nacional y universal a todos los sectores de la sociedad.

La misión o lo que es lo mismo, lo posible, lo realizable, es: Incidir en la integración y transformación de los sectores sociales, mediante la difusión divulgación, promoción y los servicios del conocimiento científico, tecnológico, artístico y humanístico.

Además el documento, da orientaciones metodológicas para que las Instituciones de Educación Superior a través de sus unidades académicas diseñen y elaboren la planeación estratégica y la planeación operativa o táctica ad hoc según sean los casos.

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Subdirección de Extensión
Universidad Autónoma de Yucatán
Mérida, Yucatán, México, 1997