El Hilo de Ariadna Artículos de Fondo


*Perfil adecuado, válida opción
Por Luis Ernesto Pi Orozco
Director de Radio Educación

Inscrita en una línea natural y estratégica de la participación del Estado, la existencia de medios públicos siempre ha concitado las más diversas y, a veces, contradictorias opiniones. En consecuencia la radio pública mexicana puede ser sopesada validamente desde la posición crítica de cada quien o a través de la valoración de sus principales características: razón de ser, pertinencia, aportación, servicio, función social y contexto. Las líneas que siguen aspiran a coinciliar la expresión de un juicio personal con el marco de una reflexión general sobre la situación actual y el mañana de la radio pública.

Un inicio en paralelo, pero disparejo

La participación de instituciones de gobierno en los inicios de la radiodifusión, fincó intenciones y voluntades que se han mantenido vigentes. El campo abierto sería para la actuación de los particulares, pero un reducido segmento adicional correspondería a estaciones de interés estatal o de promoción de instituciones gubernamentales. Bajo los criterios de los diversos gabinetes presidenciales en el sentido de que la comunicación electrónica debería servir a las causas revolucionarias y constitucionaes, no hubo concepción alguna que privilegiara el modelo de radiodifusión pública europeo y evitara la preponderancia absoluta de las emisoras privadas que, desde entonces establecieron su condición dominadora.

Con una legislación rebasada por la realidad, en un ámbito en el que prevalecía la dicotomía de los segmentos público o privado, puesto que lo de caracter social autorizado tenía una intención corporativa, y frente a la imposibilidad de la acción de las iglesias, como por el contrario era común en casi todas las naciones latinoamericanas, se estructuró el estrecho régimen de concesiones y permisos para la explotación de frecuencias. El sólido régimen político que existía en el país tuvo pleno interés en congeniar con el desarrollo de la industria radiofónica, además de mantener la capacidad para compensar con la autorización de emisoras públicas cuando la exigencia o la situación lo ameritaba. Tal como son los casos de algunas emisoras universitarias, estatales e inidigenistas, por mencionar a las principales, pero respetando que cada grupo mencionado es en todo diverso a los otros.

El efecto que causó la aparición de la televisión gravitó en todo el espectro radiofónico; quizá con mayor fuerza en el ámbito público porque el grueso de los empeños se canalizaron en la creación de infraestructura televisiva y en el estímulo de la producción para la denominada pantalla chica. Aunque comulgamos con la tesis de que los medios lejos de sustitutivos son complementarios, la televisión también despojó a la radio de una función que nunca se pudo consolidar, la educativa.

Con el surgimiento de una legislación propia para los medios electrónicos y con una norma adicional para que el Estado tuviera un significativo acceso teórico en las respectivas programaciones, el papel de la radio pública quedaba aparentemente menos justificado. Sin embargo, el terreno cultural no tenía atención ninguna por las empresas de los concesionarios y la vertiente infantil sólo era enfocada con fines de entretenimiento, así como aspectos de índole social subestimados constituían un fundamento incontrastable de la existencia y el funcionamiento de las señales públicas que viajan por el eter.

En el mismo espacio aéreo, cada radio su papel

Las discusiones y críticas en torno a la radio pública en nuestro país se han concentrado en su perfil programático y en su regimen legal, cuando operan con la calidad de estaciones concesionadas. En relación al contenido de sus transmisiones, resulta inobjetable que se demande ejercicio real de una función social y que en verdad constituyan opciones para el auditorio. Debido a la línea argumental de este texto, no me adentraré en la temática de la utilización oficialistas o de asunción de posiciones ideológicas, me limito a consignarlo y a advertir que similares males también existen en el campo de los particulares. Afortunadamente el momento actual indica una evidente superación por ambas partes. Por lo tocante a la condición de su funcionamiento, además de la forma en que se haya conseguido el estatus de concesión para una emisora pública, el núcleo de los señalamientos reside en la posibilidad de comercializar sus espacios, habilitación que se considera como competencia desleal por el sector empresarial. También en este aspecto de dineros, para bien, se han aminorado las presiones, al fin y al cabo los anunciantes pueden libremente elegir el medio para la difusión de sus mensajes y campañas.

En varias de las principales ciudades del país es contastable la conformación de ambientes más adecuados para la coexistencia de las señales de índole comercial y pública. Con seguridad debe haber diversos factores que expliquen tal fenómeno o, tal vez, se resuma en la hipótesis de que ha preponderado el criterio de economía de mercado y mientras las emisoras en manos de particulares potencias su desarrollo, las estaciones de financiamiento gubernamental tienen limitaciones de consideración. En todo caso, las comparaciones cualitativas y de cantidad ofrecen una radiografía inéquivoca. Con la excepción del IMER, las condiciones regional y de extensión de Radio Educación y los esfuerzos de la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de los Estados, la radio pública tiene un carácter plenamente circunscrito a la plaza en donde emite. En cambio, la comunicación radiofónica privada cuenta con varias redes nacionales y sus vínculos de asociación le permiten eslabonar varias cadenas en todo el territorio del país. Si a ello agregamos la cuestión numérica que exhibe el 90% aproximado del total de las estaciones en el campo del manejo empresarial, puede valorarse las dimensiones cabales de la comunicación radiofónica mexicana.

No obstante el cuadro que hemos intentado delinear, merece destacarse que en los ámbitos educativos, culturales y sociales es auténticamente conveniente y significativa la presencia de estaciones públicas. Aunque sus señales conviven en el mismo espacio aéreo con las que transmiten las emisoras comerciales, su contenido programático es netamente otro y en el caso de confluencia debe evidenciarse la diferencia. Diversas unas de otras, resulta indispensable recurrir para su valoración a paramétros adecuados y correlativos. Así como para la radio de empresa la cantidad de oyentes y la porción de publicidad son lo principal y los contenidos buscan ambos objetivos, para la radio pública temas y contenidos en función de la sociedad son la prioridad y a traves de ellos busca escuchas y también, patrocinios adicionales al recurso económico fiscal de que dispone.

Circunstancia de hoy

El repaso de algunos de los rasgos sobresalientes de la radio pública y la mención epidérmica de ángulos de la radio comercial, han tenido la intención de moldear una base de sustentación para entrar en la materia natural de nuestra competencia: la modalidad cultural de la radio pública.

Como aludimos, la conjugación de varias causas impidió la concreción del proyecto radiofónico educativo alentado en la segunda década del siglo y mantenido en forma irregular en varias etapas. El despliegue de la televisión se llevó el avance conseguido, pero dejó intactas las posibilidades de la divulgación cultural y hasta del apoyo informal a la educación. Por tales razones a fines de los años sesenta reinicia transmisiones la emisora que en el nombre lleva la motivación de su origen, Radio Educación.

A lo largo de casi tres décadas esta emisora ha acreditado una consistente labor dedicada a las manifestaciones culturales, artísticas, musicales y sociales, así como a la configuración de un discurso crítico y plural en torno a los acontecimientos y la realidad política. Inclusive en su condición de radio pública, estableció una personalidad ajena a lo oficial, que en algunas ocasiones no ha sido lo más acertado, tanto para el equilibrio de su palabra como para su desarrollo institucional. En lo personal, considero esto último como consecuencia del régimen político anterior a los vientos de cambio y pluralidad que hoy mueven las ramas y las hojas de los árboles en el país. De manera consecuente, en los años recientes la emisora ha seguido procesos de adecuación correlativos a la complejidad que vivimos.

Con las altas y bajas que engloban la existencia de todo organismo, la estación de la Secretaría de Educación Pública que desde hace 8 años es coordinada por el Consejo Nacional Para La Cultura y las Artes, ha sido una sobresaliente aportación estatal en el ámbito cultural. A través del empleo de todos los formatos radiofónicos y con la disposición por cubrir todos los temas y asuntos de nuestro contexto, desde los académicos en su expresión llana y los de las artes más refiandas hasta las especies conspicuas de la expresión popular.

La singularidad de la carta programática de esta emisora se condensa en una propuesta de comunicación siempre alternativa, de calidad y para todo público. Del criterio inicial amparado en el formidable binomio de la música y la literatura, como herramientas básicas para ofrecer y hacer cultura, los caminos fueron paulatinamente ensanchándose hasta consolidar la plena posibilidad del abarcamiento integral de los temas de la cultura y la sociedad. Además, en todo momento buscando mantener en el centro del interés la buena factura de la producción radiofónica.

Siendo sus objetivos legales más destacados el apoyo a las tareas educativas y culturales, y la contribución al desarrollo social, sus transmisiones configuraron un estilo propio de hacer radio que, inclusive, ha generado que diversas estaciones culturales y universitarias adapten y desarrollen en sus contextos formas de su estilo de trabajo y realización. Es menester consignar que en esta emulación cuenta mucho la actitud invariablemente abierta de sus integrantes para compartir -sobre todo con los jóvenes- conocimientos y experiencias; asimismo, el que radionovelas y un variado abanico de sus series haya sido retransmitido a través de las frecuencias de emisoras del interior del país que lo ha solicitado.Esto último representa un aprovechamiento superior del recurso económico fiscal que el gobierno federal asigna a Radio Educación.

Entre los elementos que de manera más directa pueden expresar el ser de esta estación cultural pública, me parece conveniente reportar su defensa irrestricta por los valores de la identidad nacional en convivencia natural con las nociones de la cultura universal; la disposición para alentar la creatividad y la sensibilidad artísticas genuinas -máxime cuando no pertenecen a los circuitos comerciales- y la voluntad para experimentar e innovar, por igual en formatos que en contenidos. Conviene ilustrar que asuntos capitales como ecología, derechos humanos, sexualidad, derechos de la mujer y otros más, fueron abordados conceptual y profesionalmene en forma regular en su programación, antes que tuvieran cabida en las emisoras que en la actualidad los manejan.

La programación musical también constituye una peculiaridad. Sin ningún condicionante externo y bajo el criterio de que su espacio es parte indispensable de la comunicación cultural, la propuesta de música abarca todos los géneros y orígenes de composiciones e interpretaciones. El 52% de la programación diaria corresponde a una especie de caos ordenado que sólo determinados segmentos habrá de gustar a la mayoría de los oyentes, pero que es correlativo del concepto abierto e incluyente de la emisora.

Como buen producto cultural, la radiodifusora no es, tampoco podría ser, una de las de mayor auditorio en el cuadrante. Las características descritas de sus contenidos discursivo y musical determinan que el perfil de sus oyentes sea diferente del común de las personas que sintonizan la radio. El escucha de Radio Educación corresponde más con aquéllos miembros de la población que cuentan como común denominador con educación básica o que tienen hábitos de consumo cultural en desarrollo o forjados. Esta descripción obliga a que en todo momento el mensaje que se difunda debe ser inteligente y veraz. En ello reside la tradición de credibilidad cosechada y mantenida a lo largo del tiempo.

Una mecánica indirecta para aquilatar la validez del modelo de trabajo radiofónico que difunde este organismo público, consiste en testimoniar que varios formatos y contenidos que se generaron en sus transmisiones ahora forman parte de plausibles segmentos de emisoras comerciales. En forma paralela, es sabido el aprecio que se tiene en las empresas por personal surgido de las filas de nuestra emisora.

Atisbo del mañana

Por el conjunto de factores, situaciones, limitantes y el contexto, en el presente radio Educación vive una amplia inquietud para encontrar la fisonomía que mostrará el próximo siglo. Estamos desarrollando un largo y amplio proceso que nos permita la autocrítica, el allanamiento a las propuestas de dentro y de fuera y el crecimiento en el servicio público que brinda la emisora. Es un reto grande, pero estamos avanzando en la dirección correcta.

Frente al despliegue de tecnología, la radio pública en su conjunto apenas transita en circuitos periféricos. Aún más alejada es la dinámica de las estaciones culturales. En tal sentido, de acuerdo a su situación particular, las emisoras ajenas a la conducción empresarial deberán hacer su mayor esfuerzo para mantenerse vigentes. El riesgo que se corre es grande porque el canto de las sirenas para adoptar perfiles comerciales es muy atrayente, sin embargo, es artificioso. La radiodifusión pública, con todo y sus limitantes, debe seguir porfinado sensatamente en sus propios meritos y en su responsabilidad social. Precisamente su valor principal es la complementariedad y no la competencia.

Esto no es de ninguna forma, un alegato contra la radiodifusión comercial puesto que aprecio que hay mucho terreno y condiciones para una digna y provechosa coexistencia; es una reflexión en favor del mantenimiento y superación de la radiodifusión pública. Sobre todo cuando su función ofrece opciones decorosas para el auditorio o cumple con una misión que no está en el ánimo y supuestos de operación de los particulares.

En el caso concreto de Radio Educación, su tránsito deberá arribar a un cambio de intención positiva y propicio para conseguir mayores apoyos.Tendrá que arriesgar para tratar, otra vez, contenidos nuevos y formatos de vanguardia. La mudanza la realizarán los consensos que alcance su comunidad. Desde mi concepción, la mejor orientación deberá conducir a la invención y el reforzamiento de sus principales columnas que son el apoyo educativo y la recreación cultural; sobre todo porque son materias básicas de las necesidades de nuestra sociedad.

Dado que tenemos una convicción de que las razones políticas y los fundamentos normativos de la radio pública siguen vigentes y merecen trascender el presente, nuestra prospectiva es que la participación institucional seguirá apoyando el funcionamiento de emisoras de contenido social, cultural universitario o indigenista. Sin embargo, ante la apertura de contenidos e innovaciones de los grupos radiofónicos privados, el compromiso social de las radios públicas será mayor, en igual dimensión que el desafío por contar con audiencia y acreditación como gasto úitl y necesario. Hay elementos a nuestro alcance para confiar que la radio pública tiene futuro.

* Participación en el seminario organizado por el IMER y Radio Francia Internacional: "La radio frente al nuevo milenio". Sesión "La radio pública; realidades y perspectivas". Octubre, 27 de 1997.

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